Sí, yo
soy de esas a las que les cuesta levantarse temprano, ducharse cuando hace frío
y hacer tarea de la asignatura que menos te gusta. Soy un poco mimosa y a veces
pesada. Mi pelo no es como los de la tele, ni mi cuerpo de revista. Tengo los ojos marrones, nada sorprendente.
Tampoco mis dientes parecen pulidos ni están colocados a la perfección. Tengo
escoliosis, una curva de treinta y dos grados para ser exactos, y también
problemas en las rodillas desde que era pequeña. Quizás a veces sea quejica e
incluso mandona.
Sé que
no soy perfecta, no hace falta mirar mucho. Aún así intento superarme, corregir
mis fallos, alcanzar mis metas. Intento mejorar cada día. Pero me siento feliz,
porque sé que eso no es lo que más importa.
Lo que pueda regalar a los demás con una
simple sonrisa, un abrazo, o una mirada. Todas las palabras que pueda decir,
los consejos que pueda dar, la amabilidad, el respeto, el agradecimiento con cualquier
cosa. Las cartas y los pequeños regalos. Las frases inolvidables y las fotos
enmarcadas entre los recuerdos más preciados. Cada olor que un día te hizo
volar en el tiempo. Las personas que entran en tu vida y las que salen. Las amistades
que nunca olvidarás. Tu primer amor. Esos detalles que siempre estarán ahí,
contigo. Los que perdurarán para siempre. Eso es lo que realmente importa. Lo
que puedas hacer por los demás y lo que llegues a conseguir a lo largo de la
vida. Eso si vale la pena.
Nunca dejes de escribir. No sabes lo necesario que puede llegar a ser leer este tipo de cosas.
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