Las
velas se fundían en la moqueta roja. Un antiguo teléfono encima de la mesilla junto a una taza de café
caliente. Pinceles en un bote marrón, viejas pinturas utilizadas, grandes
obras en partitura desordenadas en el suelo. Un precioso violín rodeado de libros y un anticuado reloj. El tiempo.
Y ahí estábamos
nosotros, sentados en ese escenario decorado con curiosos detalles. Rodeados de
velas mientras toda esa gente sentada nos observaba con intriga.
Yo
mientras tanto pensaba. Pensaba en sus rostros mientras escuchaban sobre la
vida y el tiempo. La esperanza que nos lleva a vivir la vida aprovechando el
tiempo. Unos lloraban, otros con la mirada perdida, inmersos en los recovecos de su corazón. Otros
queriendo parecer fuertes permanecían
inmóviles. Y otros contemplaban las palabras llevándolas a su pasado.
En
aquel momento todos pudimos parar el tiempo. Tomar un momento y escuchar lo que
el interior pide a gritos pero en silencio. Porque ¿qué es la vida? ¿Qué es mi
vida? ¿Para qué mi tiempo? ¿Para quién mi corazón? Materialismo vano y malgasto constante. Le
decimos adiós a las personas y nos
introducimos en nuestro propio ego, sin salir, sin poder compartir para aprender. Siempre preocupados por necedades sin percibir el sonido de los que lloran. Aquí
y siempre aquí. No existen culturas para nosotros, no existen más mundos que
descubrir. No hay personas a mi lado a las que pueda escuchar.
Se ha
perdido el valor de los valores. El amor, la confianza y el perdón de corazón.
Ya no se disfruta el tiempo con los padres, ya no escuchamos la historia de los
sabios abuelos. No atendemos a los consejos, nos olvidamos del respeto. No
somos agradecidos con lo que tenemos y en cambio los que no tienen sí lo son.
¡Pero
que no se pierdan más cosas! Estamos aquí para algo, y al final no haremos
nada.
Vamos a
pararnos otra vez y escuchemos a nuestro corazón, qué es lo que pide, qué es ese
vacío que hay que llenar. Pensemos en como
será cuando seamos ya viejos y al mirar hacia atrás veamos que todo ha sido
nada, que no hemos marcado este mundo con nuestras huellas, que no hemos
aprovechado realmente el tiempo. Y nuestro tiempo empezó ya, ahora, ya está
pasando. Así que, puede, quizás, solo quizás esa persona que está a nuestro
lado necesite algo más de lo que pensamos. Quizás tu madre necesita algo más de
ti, puede que ese niño de la esquina que no conoces de nada necesite un amigo.
Sal adelante, sal y corre despacio, con precaución pero corre. Muchos dicen que
la vida hay que vivirla como si fuera el último segundo, así que aprecia lo que
tienes ahora porque puede que mañana ya no esté. Considera las necesidades de
los demás, aprecia al que no te aprecia y ama, sobre todas las cosas ama.
Porque el amor es el mayor de todos. Y amar a las personas es lo que realmente
permanece para siempre. Y creedme, es mucho mejor dar que recibir.
Yo
seguía allí sentada, esperando que toda esa gente diera el paso de cambiar, de
transformar, de vivir con esperanza.