Música para leer

miércoles, 22 de febrero de 2012

Mucho más de lo que podías imaginar


Es justo en ese momento cuando sabes que ya nada volverá a ser lo mismo, que todo ha cambiado, que ahora no existe un yo sin él, que las palabras no son solo palabras. Te das cuenta de que todo estaba preparado mucho antes de que ambos existiéramos. Que lucharemos contra cualquier obstáculo que intente interponerse entre nosotros. Piensas en el resto de tu vida, en cómo has podido vivir sin conocerle. Recuerdas cuando se miraron por primera vez, indiferentes, sin imaginarse nada de lo que pasaría después.  Ves su manera de mirarte, sensible y sincera. Esos momentos en los que no hay nada que te pueda arreglar, pero él te mira, y te llama preciosa. Cuando te enseña todo lo que sabe. Cuando el tiempo pasa sin que nos demos cuenta.  Los momentos que jamás podrás olvidar. El primer beso, como volaste tantos metros sobre el cielo. Todos los abrazos, cuando más los necesitas. Sus manos, acariciándote el cuello, haciéndote cosquillas, descubriendo los rasgos de tu cara. Te hace vivir en un sueño con los ojos abiertos. Es diferente, distinto a los demás. Apareció  exclusivamente para ti. Porque cuando estás a su lado, no existe nada más. Y esos susurros sin motivo, que hacen que te enamores más aun. Las frases inolvidables, porque no siempre escuchas que “lo mejor es mirarte y dejar que pase así el tiempo”, porque sale del corazón. Y te sientes afortunada, de que sea él y no otro. Sabes que siempre le preferirás  te prefiera él o no. Le necesitas, porque nunca pensaste que existiera alguien como él. Porque no te importa lo más mínimo lo que les pueda diferenciar, solo te importa él.  Incluso en los momentos de enfado, por que se aprende juntos. Porque cuando  lloras, te seca las lágrimas. Y cuando piensas que ya no puedes, te anima a seguir adelante. Aunque estés mal, te hará sacar una sonrisa. Incluso cuando estás bien, terminará de alegrarte el día. En lugar de quedarte sentada, te levantas y luchas. O si solo tiene que guardar silencio y escucharte, lo hará. Cuando sabes que harías cualquier cosa por no perderle nunca.
 A todo esto  le das gracias por ser así, tal y como es. Por que perderle, sería como perder todo.  Y sabes que ahora, las palabras “te quiero” o “te amo” tienen un significado de verdad. No son simples palabras, es mucho más de lo que podías imaginar.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Para que cuando te caigas, yo pueda levantarte


Para que cuando te caigas, yo pueda levantarte, agarrarte de la mano en esos momentos en los que tú piensas que no hay nadie a tu lado. Para que cada vez que estés triste, recuerdes cada momento que reímos hasta explotar. Para que cuando no veas el horizonte, podamos verlo juntos y recordar que ahí no se acaba el mundo. Para que cuando necesites llorar sepas que mi hombro está disponible para ser empapado por cada uno de tus dolores o alegrías. Para que cuando te cueste caminar yo pueda ofrecerte mi apoyo de alguna manera. Para que cuando no sepas sonreír, mis tonterías puedan hacer algo por arreglarlo. Para que si tienes un buen o mal día, sepas que estoy ahí. Para que una simple sonrisa signifique un mundo. Para que nuestras miradas se compenetren y hablen por medio de un gesto. Para que cuando el tiempo parece ser eterno, juntos se convierta en una fracción de segundo. Para que cada detalle pueda  reflejar toda una vida de amistad. Para que debajo de las hojas secas encuentres miles de flores.  Para que podamos ver el mundo sin salir de la habitación.  Para que los sueños se hagan realidad.  Para que el significado de amistad no sea solo el del diccionario. Para que recuerdes que no eres el único que ha pasado por eso. Para que compartir no sea solamente hablar. Para que cualquier día puedas saber que hay alguien ahí por si lo necesitas. Para que cada vez que derramemos alguna lágrima,  podamos recogerla con nuestro pañuelo del olvido y lanzarlo al vacío. Para que nuestra caja de recuerdos esté perfectamente decorada con cada momento que pasamos juntos a lo largo de la vida. Para que nada te impida ser tú. Para que cada vez que no sepas que hacer, mis palabras, simples, sean capaz de acertar en alguna solución. Para que cuando te olvides de quien eres, yo pueda recordártelo. Para que cuando ya no recuerdes como empezar, yo esté ahí, para empezar contigo, desde el principio.

jueves, 9 de febrero de 2012

Pensar


Pensar que aún se puede hacer algo por este mundo que no se digna a hacer nada por nadie.
Pensar que podemos sonreír aun cuando nadie lo hace.
Pensar en empezar a regalar a las personas algo mejor que una guerra
Pensar en los pequeños detalles que aun persisten.
Pensar que una mirada vale más que mil palabras.
Pensar que la verdad nos hará libres.
Pensar en marcar la diferencia.
Pensar como si todo fuera posible.
Pensar en las sonrisas que se han desvanecido y desear que brillen una vez más
Pensar cualquier cosa que sirva de ayuda
Pensar en luchar porque este mundo sonría de nuevo.



miércoles, 8 de febrero de 2012

Lo que realmente importa

Sí, yo soy de esas a las que les cuesta levantarse temprano, ducharse cuando hace frío y hacer tarea de la asignatura que menos te gusta. Soy un poco mimosa y a veces pesada. Mi pelo no es como los de la tele, ni mi cuerpo de revista.  Tengo los ojos marrones, nada sorprendente. Tampoco mis dientes parecen pulidos ni están colocados a la perfección. Tengo escoliosis, una curva de treinta y dos grados para ser exactos, y también problemas en las rodillas desde que era pequeña. Quizás a veces sea quejica e incluso mandona.

Sé que no soy perfecta, no hace falta mirar mucho. Aún así intento superarme, corregir mis fallos, alcanzar mis metas. Intento mejorar cada día. Pero me siento feliz, porque sé que eso no es lo que más importa.

Lo que pueda regalar a los demás con una simple sonrisa, un abrazo, o una mirada. Todas las palabras que pueda decir, los consejos que pueda dar, la amabilidad, el respeto, el agradecimiento con cualquier cosa. Las cartas y los pequeños regalos. Las frases inolvidables y las fotos enmarcadas entre los recuerdos más preciados. Cada olor que un día te hizo volar en el tiempo. Las personas que entran en tu vida y las que salen. Las amistades que nunca olvidarás. Tu primer amor. Esos detalles que siempre estarán ahí, contigo. Los que perdurarán para siempre. Eso es lo que realmente importa. Lo que puedas hacer por los demás y lo que llegues a conseguir a lo largo de la vida. Eso si vale la pena.

lunes, 6 de febrero de 2012

Supuestos amigos, olvido inesperado

Supongo que algunas veces esperamos demasiado de otras personas, solo porque nosotros estaríamos dispuestos a hacer mucho más  por ellos.
A veces las personas que menos esperas, esas son las que al final después de te todo te preguntan ¿cómo estás? y se preocupan por ti, mientras que las otras desaparecen, sin dejar rastro. Como esas personas que creíste llamar amigos, pero que ahora ni si quiera se acuerdan de ti, no te preguntan, no dan rastro de un "nosotros"... Esas personas por las que te preocupabas e intentabas hacer feliz, no están, cuando tú desapareces, ellos desaparecen, no te animan ni te escriben, y cuesta seguir preocupándote como siempre lo hacías.
Las fotos, esos días de verano en la playa en los que te divertías tanto que no querías que acabaran nunca, porque pensabas que ellos sentían lo mismo. Pero te das cuenta de que no, que eras uno más, simplemente otra  sonrisa a la que divertir, otra sonrisa de la que se han olvidado. Y aún así, echas de menos esos días, aunque no duraran para siempre. Recuerdo que pasamos momentos malos y buenos juntos. Lloré y grité de alegría con ellos. Pero supongo que fueron momentos, o que las personas cambian y dejan de pensar igual.
Luego aparecen personas nuevas, se te acercan y confían en ti, personas que nunca pensaste conocer te sorprenden, haces nuevas amistades, comparten nuevas opiniones, pensamientos diferentes. Y puede que desaparezcan, pero yo siempre seguiré aquí, esperando por si me necesitan, esperando a que alguien se me acerque y se desahogue para poder ayudarle como siempre he querido hacer.         

El prado


 Éramos pequeños niños inocentes. Los globos nos hacían ilusión y el algodón de azúcar nos hacía sonreír. Nos sentábamos bajo el árbol más especial del prado y mirábamos al cielo. Pensábamos en correr, saltar, escalar, buscar un tesoro  y ser los reyes del mundo mientras saltábamos de nube en nube. Pero llegó una ráfaga de viento, y se llevó todo ese mundo, lo dejó en nuestras cabezas como recuerdos, recuerdos maravillosos, llenos de olores, de pasteles  y  galletas. El árbol del bosque siguió creciendo,  y nosotros también, nos hicimos jóvenes y nos rodeamos de libros, pero al atardecer volvíamos a sentarnos bajo el árbol a mirar el cielo. Sonreíamos al mirarnos y nos mirábamos cariñosamente.
Un día cuando ya anochecía me cogiste de la mano, me diste un beso en la mejilla y nos dijimos te quiero, entonces comprendí que quería pasar el resto de mi vida junto a ti. Cada tarde nos reencontrábamos bajo el árbol, hablábamos, paseábamos agarrados de la mano por el verde prado cubierto por aquel aroma especial que nos rodeaba. Lleno de tulipanes, de todos los colores, pequeñas florecitas que le daban vida a nuestro prado.
 Éramos felices,  éramos jóvenes y fantaseábamos con nuestra boda, nuestros hijos, nuestra casa…  Acariciabas mis manos como algo especial, mientras me susurrabas cosas bonitas como si alguien pudiera robarnos alguna palabra. Compartíamos cada problema, cada hierba seca que  aparecía en nuestro camino, cada lágrima, cada sonrisa.  Pero volvió otra ráfaga de viento y nos dejó cada uno de  esos momentos grabados en nuestras mentes, las cartas de amor y los bombones para dar paso a un sueño hecho realidad, a la luz de la luna, bajo el árbol de nuestra infancia y juventud, en el prado. Brillaba como las estrellas y parecía ser de plata como  el mar. Lo colocaste en mi dedo delicadamente y pronunciaste las palabras necesarias para yo decir sí y abrazarte para no soltarte jamás, vivir contigo para siempre, hasta que nuestros días llegaran a su fin, e incluso después.


Las flores colgaban del  techo,  el príncipe esperando ansioso a tomar de la mano a la princesa que trazaba el pasillo con un vestido blanco y un ramo de flores.  Pude ver su rostro, deseoso, emocionante, esperando algo extraordinario. Te miré y volví a afirmar “sí, quiero”. Entonces  todo desapareció, nos quedamos solos tú y yo, absortos en un beso eterno. Escuché nuestra canción a lo lejos, sentí tus delicadas manos posarse sobre mi rostro, sonriente, infinitamente enamorado.
Edificamos nuestro hogar cerca del prado, una casita hecha de madera, llena de fotos, un piano en el salón, un sillón acogedor y camas calentitas para el invierno. Cada mañana me despertabas con un beso, veíamos la tele mientras cenábamos, dormíamos con la estufa a los pies de la cama y cada tarde salíamos a pasear al prado, a contemplar el atardecer como siempre habíamos hecho. Y así pasaron los años, entonces llegó ella, una pequeña y tierna bebé. Nació, creció y se casó tan rápido como nosotros.
Pronto volvimos a estar solos, después de una vida llena de diferentes labores, ambos nos quedamos tranquilos en casa, sin más trabajo, sin más ocupación que nosotros. Nos sentábamos bajo el porche ya con canas a tomar chocolate caliente, abrigados con mantas, arrullándonos en nuestras mecedoras de madera. Y al atardecer, volvíamos juntos a nuestro prado, paseábamos lentamente encorvados en nuestros bastones, abrigados, mirando el cielo, cada nube, cada recuerdo que nos traía aquel lugar que en poco tiempo quizás no volveríamos a ver. Nos sentamos bajo el árbol  y nuevamente contemplamos el cielo, contemplamos el prado, observamos cada tulipán y vimos como habían perdido su color, su juventud. Observamos como nuestro árbol iba secándose, quedándose sin hojas, y como el viento se las llevaba  a un lugar lejano y desconocido.
Nos acostamos en el césped y recordamos cada momento que habíamos vivido juntos, cada época de nuestra vida, cada lágrima y cada sonrisa que habíamos recogido juntos, cada beso, cada caricia, cada baile. Volvimos a leer las cartas de amor, recordamos el sabor de los bombones, los regalos de navidad, los susurros al oído, los abrazos, las miradas… Recordamos cada momento como si pudiéramos palparlo, y lo vivimos de nuevo en nuestras mentes, para no olvidarlos jamás.
Entonces moriste.
Te agarré de la mano, tu mano congelada por la brisa que te llevaba a otro lugar, lejano y desconocido.
Solo, rodeado de flores secas, de nuestro prado, del atardecer. Lloré anhelando tu consuelo, lloré deseando estar un momento más junto a ti aun que sabía que ahora era imposible. Miré de nuevo hacia el cielo, y lloré por no sentir tu sonrisa. No podía hablar, no podía visualizar mis días sin tu presencia, en este momento no existía un yo sin ti.             
Admiré tu rostro una vez más hasta que la tierra ocultó tu imagen. Entonces llego el viento de nuevo, y me dejo el recuerdo más maravilloso que podría cederme jamás. Tu amor, toda una vida llena de tus recuerdos.
Cada atardecer lo pasaba contigo, que dormías bajo el árbol del prado. Hablábamos, yo te contaba mis cosas e imaginaba tu voz.
El último atardecer fue hermoso, las aves volaban hacia el sur, las nubes color rosáceo inundaban el cielo, el sol se alejaba y daba paso a la luna fundiéndose en un abrazo majestuoso. Entonces morí viendo cada facción de tu rostro, escuchando nuestra canción, percibiendo el olor de tu perfume, divisando a lo lejos tu movimiento, encontrando tu sonrisa bajo la tierra, contemplando el brillo de tus ojos por una fracción de segundo.
Nuestro prado se quedo atrás y nuestro árbol murió con nosotros. La lluvia nos envolvió en frescura mientras nos amábamos por toda la eternidad, para siempre, por siempre, sin fin.

Pequeños fragmentos.


Una vida entera..una hoja de papel...Ojalá pudiera plasmar lo primero en lo segundo, para así poder recordar el sentimiento de cada momento, aunque sea simple, pero al menos nunca olvidaré cada sonrisa que figuró en mi rostro un día, o aquel olor que me hizo volver a la infancia un instante, o esa persona que un día aparece en tu vida para cambiarlo todo, o simplemente mi primera palabra...Pero, supongo que nadie podría escribir de una forma tan bella para plasmar la vida que el más perfecto Maestro diseñó...

domingo, 5 de febrero de 2012

Sí, me encanta.



Una guitarra, el cielo, las flores… Yo, pensando en mis cosas, pensando en mi mundo, escuchando los ruiditos de las ramas. Que el pelo se mueva con el viento, el silencio de la tranquilidad, la ropa original y peculiar. Mirar al sol tardío, que la chaqueta se me resbale del hombro, las zapatillas de ballet, las teclas del piano, los lápices de colores contrastados. Me gusta el color de las fotos en el césped, la escritura antigua, las fotos en las que no se ve la cara de la gente, el pelo pelirrojo y las galletas con formas graciosas. Es preciosa una partitura llena de miles de notas, un reloj antiguo, las tarjetas personalizadas. Descubrir cosas nuevas, escribir cosas raras y tocar instrumentos. Me intrigan los cuadros de Dalí, los sentimientos plasmados.  Me gustan las personas, me intriga lo que puedan llevar dentro, lo que dicen sus miradas. Me encanta sentirme diferente o sentirme bien siendo yo. Me gusta pensar que puedo conseguirlo, que no hay nada imposible.
 Sí, me encanta.