Música para leer

jueves, 3 de julio de 2014

Dientes rotos

Y estaba pensando en como el mundo se destroza a si mismo cuando aquel niño sonrió. Entonces, en lugar de pensar, recordé. Me trasladé de nuevo al lugar de donde surgía esa sonrisa, y me di cuenta de que no habían barreras capaces de hacerle sombra, que no habían muros, ni minas, ni tampoco guerras, que solo estaban esos dientes sucios y esos ojos manchados de blanco. Recordé que yo ya había estado ahí, que era la sonrisa de verano, esa sonrisa que había visto ya en el desierto bajo el sol, que me había dejado cicatriz. Recordé su forma de caminar sobre la arena ardiente como si pisara papel celofán. Su forma de hacer que el mar no fuera usual, si no sensacional. Mover las manos y hablar a la vez haciendo arte, que el color de su piel pintara un lienzo, que las nubes hicieran mella cada día en el cielo de África cuando él alzaba la mirada. Por un momento olvidé todas las leyendas que son historias reales, todos los mitos que se han convertido en presente. Parar de pensar la lluvia y que lloviera sin más. No sabíamos lo que eran las balas y las balas se desintegraron en la arena, y la arena se volvió tibia y podíamos pasear sin sandalias hasta los blancos. No había dolor ni penumbra ni eso a lo que llaman olvido. Solo estaban y aparecían y brillaban esos dientes rotos por el agua, esas pupilas impregnadas de un cuento, del mar.
Y ahora, que de nuevo estaba pensando y a la vez recordando,ojalá su sonrisa fuera el mundo, ojalá el mundo conociera ese rasgo de su cara. Su nombre se grabó en mi corazón con tinta imborrable, pero también se quedó como el tacto de mis manos, con el que puedo sentir cada vez que palpo una esquina de esta gran explanada, derribando los pilares para ver el horizonte. Me quedé con la sensación de haber descubierto "el nuevo mundo", de haber visto el océano por primera vez, de haber tragado agua fresca tras una tormenta de arena. Entonces desperté, y ese niño seguía ahí, viviendo.
Foto: Desierto del Sáhara, Aaiún, Dchera, barrio 3. Casa de la familia Habub Dgil. Los niños son Abba, su hermana pequeña y Tutu, mi hermana pequeña.