Música para leer

jueves, 13 de septiembre de 2012

Mil días a tu lado

Creo que estoy demasiado acostumbrada a que estés en mi vida. Creo que eres muy importante, lo que se diría más que preciado para mí. Puede que por eso no quiero que llegue nunca el momento de decir: "adiós", o "se acabó". Puede que por eso el amor que siento por ti sea algo desmesurado, pero si te digo la verdad, me encanta. Me encanta tener la necesidad de sentirte cada día, de escuchar tu voz o de abrazarte en cualquier momento. Me encanta la sensación de que me digas " te quiero" o "estoy enamorado de ti" porque me hace sentir segura de que esto es real, de que cada sentimiento y emoción de mi corazón laten de verdad, que aunque pueda parecer un sueño, vivo la realidad. Sentirme segura de ti, de tu mirada y tus palabras. Un beso que concluye. Una palabra que remata. Un suspiro que habla. Sonrisa que enamora. Mil frases hermosas. Mil días a tu lado, sin querer separarme jamás. Horas queriendo conocerte más y más, aunque nunca llegue a ese final. Limpiando lágrimas, creando un íntimo baúl de presentes. Esquivando las trampas y tapando los agujeros sin fondo. Construyendo nuestro propio jardín de recuerdos, nuestro pasado cautivador. Imaginando un futuro desconocido, y paseando por el presente, a la luz del día, para no tropezarnos. Y si nos caemos nos levantamos de nuevo, sosteniéndonos bien fuerte en el suelo y agarrándonos de la mano. Entonces, cuando aún sigo ahí, te miro. Y me doy cuenta de que continúas a mi lado, incluso cuando he roto alguna rama del jardín o cuando no he sonreído suficiente. Me miras y me llamas "princesa" pese a que ellas no lleven baqueros y unos "convers" rojos, pero tu dices que para ti, la única princesa soy yo, sin vestido de encaje y sin guantes de satén, solo con un corazoncito que intenta dar siempre todo lo que puede. Mil días a tu lado, y necesitaré mil días más para decirte "te quiero".

martes, 11 de septiembre de 2012

Gran sonrisa roja


Al principio sientes miedo, vergüenza o incluso pánico. Piensas que no van a parar de mirarte o que no sabrás que hacer. Puedes llegar a pensar que no puedes, que no eres suficiente, que no lo conseguirás.
Te pintas la cara y  acomodas cada complemento en su lugar. La ropa, el pelo…
Luego te miras al espejo. Sonríes, te pones serio, sonríes, te pones serio. Te acercas, te alejas, te acercas y te vuelves a alejar. Al otro lado escuchas la música, a todo volumen, alegre y con ritmo. Te vuelves a mirar de arriba abajo. Escuchas, te miras, sonríes, te acercas, escuchas y te vuelves a mirar.
Definitivamente sales, caminas por el pasillo hasta dejar atrás la habitación. Al llegar a la gran puerta te paras, miras hacia afuera y respiras hondo, de nuevo  sonríes, y sales. Los pies dando saltitos al ritmo de la música  y la cabeza de un lado a otro con gesto alegre.
Mil personas a los alrededores, desperdigados por todos lados. Niños por doquier, bajos, altos, rubios, morenos, de ojos claros, niños, niñas. Corres, saltas, cantas, bailas, sonríes, juegas, y bailas otra vez. Y cuando te das cuenta se acabó. Se terminó el tiempo y tienes que dejar tu traje en la caja.
Adiós vergüenza, adiós miedo, adiós pánico inútil. Soy libre, soy como un pájaro que vuela  y avisa a los demás de donde está el sur. Soy como el césped con la brisa, que arrulla a su alrededor con su danza. Soy como el viento que lleva el mensaje a lo más lejano. Ya no importan las preocupaciones, solo quiero dar la gran noticia. Solo quiero que todos salten conmigo. Quiero que el mundo nazca de nuevo. Que se enteren de que la vida existe, que la eternidad no es un mito. Que las sonrisas duran, que el corazón puede latir con fuerza. Que se puede llenar ese vacío, que el cielo no es solo azul.
 Solo soy un payaso que se dibuja una sonrisa en la cara, una gran sonrisa roja y  una flor en la frente.  Sonrío debajo de esa pintura para así dar vida a mi personaje. Para hacer saltar con alegría, correr en libertad,  hacer cantar al amor, bailar del gozo, sonreír esperanza  y jugar a compartirla.

martes, 4 de septiembre de 2012

No es solo uno


Cuando te pone la mano sobre los hombros o te da un beso. Cuando lloras y te abraza de esa forma tan especial. Las cosquillas y el hacerte reír. Las fotos. Los pequeños regalos inesperados, o las flores. Los mensajes de dos palabras, dos suficientes palabras. Los “te echo de menos”. Las miradas desde lejos. Su sonrisa, que te enamora. Las caricias. Las largas conversaciones. Las cosas que “no te gusta que haga” aunque en realidad te encantan. Todo el día deseando que llegue el momento para verle. Las horas de estudio juntos, las explicaciones. Todos los regalos de navidad, de tu cumpleaños, del año juntos. Las cenas románticas y los videos graciosos. Con la familia. En la playa y en la montaña. En verano y en invierno. Cuando llovía y cuando brillaba el sol.
 Esas cosas que te pones a recordar cuando no está, y las echas tanto de menos. Sabes que te has acostumbrado a ellas y que ya no puedes vivir si no están. Esas cosas que solo te da él, y que ya solo te valen si vienen del. A veces te paras y piensas, ¿cómo hemos llegado hasta aquí? Cada uno tiene su historia, pero intentas recordar el principio y te das cuenta de todo lo que han pasado juntos desde entonces. Los enfados y los problemas, las noches llorando y los días de tormenta. También las cartas de amor y los aniversarios, con bombones y rosas. No quieres que eso acabe nunca, pase lo que pase, lo afrontarán juntos, porque no es solo uno, son dos, y si uno cae, el otro le ayudará a levantarse. Si uno llora, el otro le secará las lágrimas. Y si uno sonríe, el otro también lo hará.