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miércoles, 19 de noviembre de 2014

Esclava del tráfico

"El tráfico sexual y la esclavización de mujeres, entre ellas cientos de miles de niñas y de jóvenes, es el negocio ilícito más rentable del mundo, y tras él se acumulan torturas, secuestros o violaciones. El número de niñas y mujeres jóvenes obligadas a prostituirse supera el millón; "comprar" una esclava en África cuesta unos 630 dólares; un "servicio" sexual se puede obtener en algunos países por cuatro dólares; y la explotación de esclavas sexuales genera más de 35.000 millones de dólares anuales"


Este es el mundo en el que vivo, un lugar oscuro en el que tengo precio y si no me vendo, pierdo la partida. Fui secuestrada, luego violada y al tratar de escapar, también fui torturada. Tenía trece años cuando me obligaron a prostituirme, me llevaron lejos, muy lejos, donde nadie me conociera y fue entonces cuando dejé de recordar. Aunque no quería, tenía que hacerlo, aunque no sabía, tenía que hacerlo. Cambiaron mis ropas y mi nombre, desde entonces soy un código, un objeto de compra, un anuncio que se toca. Me convertí en una más de todas las que estábamos allí, esas a las que todos conocen pero que nadie parece haber  visto nunca. Mujeres, niñas y adolescentes que no hemos podido elegir  otro lugar en el que estar porque realmente nunca hemos podido elegir. Conozco las calles oscuras y también lo que se cuece tras cada puerta. Conozco los precios y cada código que designa quienes somos. Dejé de recordar desde aquel día lo que era la vida, lo que era la muerte, pues ya no sé quién soy  o qué soy, ni en qué me he convertido.  Una esclava del tráfico, una esclava de la mentira y la venta.  Y día tras día busco la salida hacia la libertad, porque aunque dejé de creer en ella, en el fondo la espero con deseo. Busco el momento en el que alguien me encuentre y decida atravesar esta puerta para salvarme. Quiero conocer la vida que conoce la gente ahí afuera, parece apetecible. Quiero que alguien pronuncie mi nombre y me mire a los ojos aunque sea por una sola vez. El mundo parece tranquilo, el sol sigue brillando cada día, pero he encontrado bajo él que no hay compasión, que nadie se acerca,  que todos se alejan.

Sigo aquí, porque aunque dejé de creer en ella, en el fondo la espero con deseo.


Historia de una joven traficada

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