Líneas,
muros que no caen, colores que no se mueven ni se juntan entre sí. Frío,
tradición y mundo cuadrado. Paredes inamovibles, hormigón y corazón de metal.
Pinceladas secas de fragilidad, insensibles. Piedra y columnas, huída hacia lo conocido.
Miedo al sentido y al llanto, miedo al gesto y al aspecto.
¿Quién
despintará entonces estas paredes macizas? Me duele la vista por ver siempre lo
mismo y el cansancio del que nadie se cansa. No entiendo el color que parece
escuchar la música de este silencio. Todo es recto, todo es liso, no hay barro.
Solo palabras, solo corbatas, solo pinza y desdén. ¡Quiero arrancar la pintura!
¡Estoy harta de este asqueroso olor que no huele a otra cosa que a iniquidad!
No soporto otro canto, no soporto otro discurso de integridad. Se me oscurece
la vista, se me desvanece el amor, necesito rasgar, la tengo que arrancar.
Se ha quedado atrás la vida, el blanco, el
lienzo solo está reutilizado. Por favor,
ven a mí, por favor vuelve aquí, quiero salir, quiero volver, quiero empezar.
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