Es como
si me hubiera estado engañando a mí misma. Quizás simplemente me estaba
conociendo, o descubriendo quien realmente debía ser. Puede que aun siga haciéndolo,
eso es lo más seguro, pero al menos en ese campo me siento más segura.
Buscaba
lejos y más lejos cuando la respuesta la
tenía en mi interior. Era yo misma en mi esencia, lo que fluía de mis manos, lo
que en mi boca gritaba para salir. Era el color de mi vida pasada y lo que
traía consigo. Era lo que se veía en mi mirada, lo que se escuchaba en mi
corazón.
La
mayoría de las personas hablan de ello como algo tonto, sin sentido y sin futuro.
Algo que no vale la pena, que no sirve para servir de algo. Algo inentendible y
absurdo de lo absurdo. “Ahí no hay nada”
dicen, donde hay mucho más de lo que los ojos ven. Yo no lo creo así, es más,
ellos no saben lo que creen porque nunca han vivido en ello ni con ello dentro.
Es algo que no se ve a simple vista, solo con los ojos del corazón se puede
sentir. Es algo que por gracia o desgracia
no lleva la mayoría. De ahí el placer de encontrarte con alguien con quien
compartir una conversación y descubrir que siente lo mismo que tu, a tu manera o
de otra, pero lo siente.
Y ahí
estaba yo preguntándome lo que ya sabía. Como si renegara mi propio yo. Mi creatividad,
mi música, mi soltura al escribir. La facilidad que tengo para sentir, mi manera de
percibir las cosas, mi forma de captar los momentos, mi sensibilidad para
emocionarme y emocionar. Entonces me di cuenta de quién era, la del fondo que
siempre guardaba silencio. El silencio de escuchar y observar. Escuché el latir
de mi corazón y observé la sangre roja de pasión. Yo era mi propia respuesta, todo lo que estaba
buscando en otro lugar lo llevaba dentro, no era ciencia, era arte. Dios me lo
había dado un día y yo pensaba olvidarlo según parece. Quería algo grandioso o sofisticado,
pero aprendí que al final lo que perduran son los sentimientos. Todas esas
vidas, los recuerdos y las palabras. El interior de cada persona, el legado del
pasado que queda presente. Es la tranquilidad de coger un pincel y pintar tu
dolor para sacarlo, es ese amor hecho música, ese recuerdo guardado en
palabras. Sé que es complicado, incluso puede llegar a ser inentendible, pero
para mí es inentendible que pueda serlo. La belleza más hermosa la encuentro en
nosotros mismos, las personas, nuestro interior que es arte. Y eso si que es
grandioso, más grande que nada.
Así que
aquí estoy, sacando todo eso de mí. Sigo escuchando en silencio, observando más
de lo que pueda parecer. Y no me importa lo que puedan pensar sobre lo tonto
que es el arte. Dicen que los artistas están locos, yo creo que siempre he sido
una loca silenciosa. Ahora solo me queda crecer y aprender. Pero sobre todo disfrutar
y seguir apasionándome por eso a lo que llaman absurdo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario